Felix Maocho

Para quien le interese lo que a nosotros nos interesa

El viejo Meccano – Devanadora

Este modelo nunca llegué a construirlo y fue una pena, pues una de las torturas que tuve que pasar en mi infancia fue el ayudar a mi madre a devanar las madejas que utilizaba para hacer punto.

 

En un mundo donde no había televisión ni se habia inventado el walkman, se practicaba mucho más que ahora la comunicación social. Las mujeres se reunían en casa con las vecinas, mientras nos acompañaban en el parque, hablaban con otras señoras. Pero el parlotear no suponía suficiente ocupación, para no permitir hacer otra cosa, así que era normal que hicieran labores. Algunas hacían ganchillo o frivolité, que era muy cómodo porque todo lo necesario se llevaba en el bolso, pero las más preferían hacer punto, pues esta labor surtía de jerseys, calcetines y guantes a toda la familia y esas prendas eran imprescindibles para sobrevivir en lugares, como colegios y oficinas, que en la mayoría de los casos, no tenían más calefacción que la que se desprendía se los cuerpos humanos.

 

Así pues, las mujeres de la familia, igual si eran las señoras de la casa o las chachas, en sus ratos libres, tejían y tejían, consumiendo gran cantidad de lana. Entonces la lana se vendía en madejas, unas ruedas de lana de unos cuarenta centímetros de diámetros que venían dobladas y sujetas con una faja de papel donde venía el nombre del fabricante, color y número de tintada.

 

Para hacer punto no se podían utilizar las madejas, sino que se transformaban en ovillos dando vueltas al hilo de lana alrededor del dedo gordo de la mano izquierda, con el fin de crear una esfera que iría deshaciendo sin enredarse, tirando del hilo que quedaba en el centro. Lo malo es que para ese proceso se necesitaba un colaborador imprescindible, el niño que soportaba entre sus manos la madeja para dejar salir el hilo que se iba a transformar en ovillo poco a poco, para que no se enredara.

 

Aun pequeño el tamaño de la madeja le obligaba a separar los brazos del cuerpo. Mantener los brazos flexionados y separados del cuerpo por el tiempo que duraba el devanar la madeja, se hacia eterno y cansado, pero si además tu madre aprovechaba para devanar varias madejas, una detrás de otro, el devanar se transformaba en una tortura china.

 

Si alguien me hubiera contado que con el Meccano hubiera podido librarme de semejante tortura, no cabe duda que hubiera construido este modelo, pero solo ahora que soy adulto y además ya toda la lana se vende en ovillos, he comprendido la utilidad de este aparato. Así que en mi infancia, tuve que soportar muchos plantones de pié y con los brazos en ángulo recto y separados del cuerpo, atento a que no se deslizara la madeja entre los dedos por no saber que eso lo podía hacer una devanadora,.

 

¡Pensar que me podía haber librado de ello!

 

 

Si qyuere ver otros modelos de Meccano pinche aquí

20 agosto 2008 - Posted by | Meccano |

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